Os voy a contar la historia que mi abuela me contó
hace mucho tiempo cuando yo era tan solo una niña.
El 12 de Noviembre de 1859 la familia Martínez , una
familia de Españoles tuvieron que abandonar la casa donde se hospedaban desde
hace unas semanas por causas sobre naturales.
Tenían una familia grande ya estaba formada por 3
hijas; Carla la mayor de 19 años, Patricia de 15 y Anastasia de 10, también un
bebé llamado Miguel de unos 6 meses.
Cuando hablaron con el propietario de la casa éste les
dijo que se arrepentirían, ya que todo el que ha entrado en esa casa nunca
había salido, y si lo había hecho era para ir al manicomio. La familia Martínez
necesitaba esa casa con desesperación ya que era una casa grande de dos
plantas, por el día se instalaron, todo iba realmente, y digo iba porque
aquella misma noche empezaron los sucesos.
El reloj marchaba bien cuando a las 4.30 de la mañana
se paró y Carmen, la madre se levantó asustada porque estaba oyendo a Miguel de
llorar, puso la escucha y se quedó paralizada cuando oyó una voz de mujer
calmando a su bebé, Carmen enseguida levantó a Ricardo, su marido, él también
la escuchó, fueron corriendo a la habitación y no podían abrir la puerta, era
como si alguien estuviera detrás de la puerta para impedir el paso, cuando
Ricardo dio un fuerte empujón abrió la puerta, entraron y encendieron la luz,
en aquella habitación no había nadie, tan solo el pobre Miguel durmiendo
arropado, Anastasia y Patricia dormían justo al lado de de la habitación
del pequeño, por lo que oyeron los golpes de la puerta, se despertaron y fueron
haber que pasaba, Carmen no sabía que responder por, lo que les dijo que había
sido una imaginación de ella porque estaba demasiado cansada.
A la mañana siguiente Carla vio que el reloj se había
parado, por lo que llamó a su padre y lo pusieron en funcionamiento de nuevo.
Carmen seguía exhaustada por lo que sucedió anoche, pero no le dio mucha
importancia, cuando estaba tendiendo la ropa hacía bastante aire así que una
sábana salió volando y cuando se giró para ir a por ella vio que se había
quedado plasmada en una figura en el aire que era la figura de una persona,
cuando cerró los ojos fuertemente y los volvió a abrir ya no había nada, pensó
que eran imaginaciones suyas. Cuando fue la hora de comer se lo comentó a su
marido y a sus hijas, Carla dijo que anoche tuvo la sensación de que algo le
tocaba el pelo, pero no le dio importancia pues estaba muy cansada, las otras
dos hijas no sintieron ni les ocurrió nada extraño.
Llegó la segunda noche, cuando Carla, Anastasia y
Patricia estaban viendo la tele cuando algo golpeó a Anastasia, como Carla
estaba a su lado Anastasia le dijo que porque le había pegado, Carla se echó a
reír y dijo que ella no había sido, que no se inventara esas cosas, Anastasia
se enfadó y se subió a dormir a su cuarto, Patricia a la media hora dijo que se
iba a dormir ella también y como a Carla le daba miedo quedarse sola se subió con
ella; una vez dormidos todos, el reloj volvió a pararse a las 4.30 pero, esta
vez fue diferente, algo tiró del brazo a Patricia y ésta pegó un gran chillido
que todos fueron haber que le había pasado, cuando fueron Patricia tenía en el
brazo un gran moratón y un arañazo lleno de sangre, Carmen le dijo a Ricardo
que no debían haber entrado aquí, que le tenían que haber hecho caso
al propietario y no haber entrado aquí nunca ; Ricardo no sabía que hacer,
por lo que llamaron a unos caza-fantasmas, cuando entraron en la casa
dijeron que había mucha maldad en ella, que antes aquí habitaba una mujer que
se volvió loca y acabó suicidándose, su espíritu sigue vagando
por esta casa, nunca podrá abandonarla, ama y odia su casa como ama y odia a los
que la habitan, por eso no quiere que el bebé llore, pero tampoco quiere que
las demás hijas estén en la casa, la mujer siempre había querido un bebé y
Martín y Laura (los caza-fantasmas) dijeron que no iba a dejar pasar esta
oportunidad de tener un bebé en la casa. No les dio tiempo a acabar la frase
cuando por la escucha oyeron a Miguel de llorar y otra vez la
voz calmándolo, subieron todos y vieron al bebé volar por la habitación y
a la mujer sosteniéndolo; Carmen le suplicó que le diera a su hijo, que no
se lo llevara con ella, la mujer ignoró a la madre y cuando fue a saltar por la
ventana con el bebé en brazos Martín y Laura comenzaron a decir una oración de
la iglesia, y la mujer poco a poco fue desapareciendo y convirtiéndose en
polvo. Salieron de la casa y después de este trauma las hijas estuvieron yendo
a psicólogos durante años, pero jamás olvidarán lo ocurrido.
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